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Contención espiritual: El valor de las cosas (Pr. Edgardo Iourno)

08/05/2020

En una nota periodística se cuenta la historia del ex corredor de bolsa y millonario David Glasheen, quien hace más de 20 años vive en una isla desierta, y para quien la vida permanece sin cambios. Glasheen, de 76 años, vive en la Isla de la Restauración frente a la costa del norte de Australia desde 1997, después de perder su riqueza.

Según reveló en su momento, se mudó allí solamente con un bolso. "Tenía tres camisas, dos pares de pantalones cortos y nadadores, una antorcha decente, un par de libros, un frasco de chile en polvo, mi cepillo de dientes y un poco de pasta para lavarlos", contó.

Glasheen puso en primer lugar un arsenal de buenos libros y una conexión a Internet con energía solar, aunque aclara que ello no reemplaza la buena compañía.  A la hora de beber, recoge agua de lluvia y la que proviene de una cuenca en las zonas montañosas de la isla. Y reconoce que obtener comida resulta más fácil, ya que "el océano 'contiene todas las proteínas". Una red para pescar, unas piedras para encender fuego y un cuchillo de monte son sus artículos indispensables a la hora de pensar cuál será su almuerzo o cena del día. Cocos, almendras de playa ácidas, cerezas, alcaparras nativas y ciruelas wongai también forman parte de su dieta. Cada año, este isleño prepara su pequeño bote para emprender una suerte de "aventura al mercado" en Cairns. Allí obtiene para almacenar productos enlatados, además de abastecerse de los tan necesarios artículos para la limpieza personal y del hogar.

Por supuesto que los animales cumplen también un papel importante a la hora de los vínculos. Hay numerosos que habitan la isla, y lo acompaña Zeddi, un dingo (una subespecie de lobo propia de Australasia).

Glasheen se anima a aconsejar a quienes quieren dar sus primeros pasos en esta misión de ser independiente y sobrevivir con poco. "Sólo comienza yendo a acampar. Pronto descubrirá lo que realmente necesita frente a lo que cree que necesita. La vida aquí es pacífica, segura y satisfactoria".

"Todos los días es un buen día aquí, pero me siento muy triste y decepcionado por la situación global actual". Y agregó que "era bastante obvio que algo así sucedería en algún momento", cuenta el medio británico. “En este momento, el mundo está muy expuesto y es una prueba de cuán efectivos son realmente nuestros líderes", concluyó.

Antes de mudarse a la Isla de la Restauración David Glasheen llevaba una vida en la ciudad de Sydney con su esposa y sus dos hijos. Era el típico exitoso hombre de negocios de Sídney con una fortuna de 25 millones de euros. Pero de la noche a la mañana, llegó el Martes Negro en 1987, el empresario perdió su riqueza por el crack bursátil y el banco embargó su propiedad. Como golpe de gracia, su esposa lo terminó dejando.

Glasheen había visitado por primera vez la Isla de la Restauración con un antiguo socio comercial a principios de la década de 1990 y dice que fue "amor a primera vista". En un libro escribe:  "Había afirmado mi compromiso de encontrar una forma de vida diferente: una más allá del círculo vicioso de presión para ganar suficiente dinero para un estilo de vida por el cual otras personas miden su valor y éxito".

Como vemos, Glasheen huyó del mundo a causa de perderlo todo. Estar demasiado metido dentro del mundo nos puede hacer perder lo más valioso también. El aislamiento, sea voluntario o involuntario, nos induce a la reflexión. ¿Cuánto de lo que tengo o persigo es imprescindible? Al hacer el análisis nos daremos cuenta que los vínculos son lo más necesario de la vida, y lo que más extrañamos en la cuarentena: los amigos, los parientes, y los hermanos en la fe. Nada los puede reemplazar.

Al volver a reencontrarlos, digamos a cada uno de ellos cuanto significa para nosotros. “Ninguno vive para sí”.